“La música es la actividad humana más global, más armoniosa, aquella en la que el ser humano es, al mismo tiempo, material y espiritual, dinámico, sensorial, afectivo, mental e idealista, aquella que está en armonía con las fuerzas vitales que animan».
Muchas son las corrientes y estudios que afirman la importancia de la música en educación infantil, en los primeros años de vida. Ya en el s. XIX y principios del XX, la Escuela Nueva considera que la música debe abarcar al hombre en su totalidad. Asimismo, pedagogos de Educación Infantil como Montessori, Decroly, las hermanas Agazzi, etc. también inciden en la importancia de la música en esta etapa. Y, del mismo modo, propuestas pedagógicas del s. XX como las de Kodály, Orff, Willems, Dalcroze,…fueron otorgando y destacando el valor que tenía la educación musical en la escuela. (Díaz, 2005; Pascual, 2011). Es por ello que, desde hace varios siglos, se viene estudiando y destacando la música como un elemento fundamental para el desarrollo del niño/a.
Los niños/as están en contacto incluso antes de nacer con la música, con los sonidos del ambiente que le rodea, de la madre, el padre,…el bebé se desarrolla en un entorno sonoro diverso y complejo, por lo que la educación musical puede comenzar desde incluso antes de nacer el bebé, y puede “iniciarse en el seno materno si la madre canta o escucha música”. En el seno materno el bebé reacciona ante determinados sonidos, modificando su posición y generando una respuesta cuando lo oye. Es fundamental, por tanto, el papel de los padres y/o adulto de referencia del bebé en los primeros años de vida de éste, con objeto de acercar al niño/a a la música y desarrollar la capacidad auditiva. Es por ello que cobra especial importancia en esta etapa la educación sensorial, ya que es a través de los sentidos y las sensaciones como el niño/a comienza a interactuar y desarrollar su pensamiento, y a través de la música el niño/a comienza a descubrir y aprender todo ello. Todo ello es posible debido a que “el oído es el primer órgano sensorial que se desarrolla dentro del útero; el feto oye, reacciona al sonido y aprende de él” (Pascual, 2011, p.52). El niño/a discrimina sonidos tanto provenientes de la madre (latido cardíaco, relajación,…) como sonidos exteriores (ruidos, música…). Desde las primeras etapas del desarrollo, los niños/as emiten respuestas (motrices, sonoras, de atención,…) a estímulos musicales que son reiterados durante un periodo de tiempo.
La música provoca en los niños/as un aumento en la capacidad de memoria, atención y concentración; es una manera de expresarse; estimula la imaginación infantil; al combinarse con el baile, estimula los sentidos, el equilibrio y el desarrollo muscular; brinda la oportunidad para que los éstos interactúen entre sí y con los adultos; etc. (Sarget, 2003). Asimismo, cabe destacar que fomenta la creatividad, rasgo muy importante en esta etapa, pues la improvisación, creación,….que favorece la música, aporta al niño/a otra visión de la realidad y le permite conocerla. Así pues son numerosos los aspectos positivos que provoca la música en el desarrollo integral del niño/a, y es por ello que es importante integrarlas en las aulas de educación infantil como medio de desarrollo de ésteLa música a estas edades sirve como modo de aprendizaje, disfrute y expresión para los pequeños. Con ella, los alumnos/as emplean el propio cuerpo como medio de representación y comunicación musical (Orden ECI/3960/2007, de 19 de Diciembre); reconocen y recuerdan la letra de las canciones trabajadas; cantan un repertorio de canciones apropiadas para Educación Infantil; se inicia al alumno/a en la audición activa; asimilan los primeros elementos que conforman la música: el sonido y el silencio; asimilan el concepto de intensidad del sonido; vivencian el contraste entre los sonidos largos y cortos; coordinan los movimientos; se sensibiliza el cuerpo y localizan las partes de éste de acuerdo a la relación espacio-temporal; desarrollan la capacidad de concentración y fomenta el trabajo en grupo; asimismo, la música ayuda al niño/a a relacionarse con su entorno más próximo, le invita a explorar en él; es un medio a través del cual los alumnos/as expresan sus sentimientos, emociones, estados de ánimo… recrean escenas, historias, representan personajes. Para todo ello se utiliza el juego como base del desarrollo de las actividades, ya que el tratamiento de la educación musical en esta etapa debe ser totalmente lúdico.
El desarrollo de la audición comienza ya en el seno materno, donde el bebé puede percibir y escuchar multitud de sonidos internos, propios de la madre (sonidos digestivos, la respiración,…); es ahí cuando empieza a desarrollar el ritmo, y sus primeros movimientos están relacionados con esos sonidos o ritmos. El bebé reacciona a esos sonidos de manera corporal, esto es, cambiando de posición y modificando. Cuando el bebé nace, su aparato auditivo es el que más desarrollado se encuentra, captando todos los sonidos que se producen a su alrededor. El niño está especialmente atraído por sonidos suaves, dulces, calmantes,…prestando por tanto más atención al timbre, a esta cualidad del sonido. Alrededor de los cuatro meses, el niño comienza a “añadir consonantes a su voz (ba, ga), y progresivamente sonidos juguetones, para llegar alrededor de los seis meses a las sílabas encadenadas (da, ga, da, ba, ga, ba, da)”, denominado balbuceo(Pascual, 2011, p. 75).Es decir, el niño repite esa serie de sonidos ya que le produce disfrute y placer. Del cuarto mes al octavo es capaz de distinguir el lenguaje de otros sonidos y reacciona positivamente al escuchar sonidos nuevos; además, a los seis meses, puede reconocer canciones (Calvo y Bernal, 2000 cit. por Pascual, 2011, p.75). De esta manera, el niño/a actúa de la misma manera ante una misma acción, consolidando ciertas rutinas y/o hábitos. Es a partir de los ocho meses cuando se produce una reacción importante hacia la música, siendo capaz el bebé de expresar lo que siente cuando escucha música, moviéndose, agitando los brazos, saltando, tocando las palmas…; asimismo, en este mes muestra interés por tirar objetos al suelo y escuchar el sonido que produce al caer. A los dieciocho meses se aumentan las posibilidades de movimiento del bebé, gracias al fortalecimiento de los músculos, pudiendo subir y bajar los talones, flexionar las piernas,…y es capaz de coordinar y adecuar sus movimientos a la música. En esta edad segúnAznárez (1992, cit. por Pascual, 2011, p.76) aparece el canto silábico espontáneo, de tal manera que los niños/as tararean y cantan de manera desafinada; “será un canto más “afinado” si se basan en la tonadilla de rifas o sorteos, que contienen la tercera menor” (Pascual, 2011,p.76). El habla comienza a ser utilizada por los niños a los dos años, y en esta edad comienza a repetir palabras, canciones, conversaciones,…que escucha. La música es algo que le llama la atención y le gusta, al igual que muestra gran interés por los instrumentos musicales. El sentido rítmico se enriquece, además de la respuesta motriz, y ambas “comienzan a tener un carácter diferencial y selectivo ante la estimulación musical.desarrollo integral en la etapa de Infantil. Posteriormente, a los dos años y medio el niño/a es capaz de aprender canciones, fijándose primero en las palabras, luego en el ritmo y por último en la melodía. Le atrae las canciones con letras pegadizas, que incitan al movimiento, al baile y al juego. Por otro lado, sabe distinguir la música del ruido. Las canciones aparecen como “elementos auxiliares en sus juegos” (Sarget, 2003, p.199). A los tres años, en cuanto al movimiento, es capaz de tener mayor control sobre su cuerpo situación de reposo habitual; “más que una apreciación musical, se trata de una reacción orgánica general, que se caracteriza por una respuesta rítmica con efectos posturales.
Es fundamental que los padres ofrezcan desde el seno materno y en la niñez de sus hijos/as continuas experiencias musicales, empleando diferentes géneros musicales, con el fin de ampliar y mostrar al niño/a diversos estilos. El entorno sonoro en el cual se encuentre el pequeño/a va a ser muy importante pues, dependiendo de éste, el niño/a va a imitar y reproducir ciertas canciones y juegos musicales que escuche. Es crucial, además, que exista una colaboración entre la familia y la escuela, ya que ésta puede ofrecer una continuidad de los aprendizajes que se inicien en la escuela, así como colaborar en la ampliación y profundización de muchos contenidos. Por ello, es necesaria una relación estrecha, donde las familias colaboren en las actividades en el centro; más específicamente, en el ámbito de la música, es muy interesante que los alumnos/as muestren y ejemplifiquen las actividades que realicen en clase, ya que esto favorecerá la confianza en el niño/a, la expresión en otro tipo de situaciones, etc., o que se realicen actividades conjuntas en clase con los alumnos/as (canciones, juegos, etc.). Este tipo de actuaciones proporciona en el niño/a motivación, ya que ve como sus familiares participan en la vida del aula, así como ellos mismos se muestran orgullosos de mostrarles sus trabajos y aprendizajes adquiridos. Además, favorece al alumnado ya que familiariza a los niños/as al contacto e interacción con otros adultos que no son los docentes a los que conocen y están acostumbrados.
El aula de Infantil debe ofrecer multitud de experiencias musicales y sonoras, ya que la exposición del alumno/a a estas experiencias ayudará su desarrollo creativo, perceptivo, expresivo y comunicativo, contribuyendo, de esta manera, no solo a la inteligencia musical sino a todas ellas, favoreciendo el desarrollo integral del niño/a (López de la Calle, 2009).
Para poder realizar propuestas de mejora es necesario atender a las características y desarrollo de los alumnos/as (anteriormente mencionado), pero también a las características que deben seguir las actividades musicales a estas edades. Según Ceular (2007), las actividades musicales a estas edades deben ser activas e intuitivas, colectivas (aunque también se pueden incluir individuales), globales (de tal manera que atiendan a todos los aspectos del desarrollo infantil), presentarlas de forma llamativa, creativa y motivadoras, siendo actividades con funcionalidad y significativas para los niños/as, y estando contextualizadas en todo momento con lo que se esté trabajando.Estas actividades musicales deben estar seleccionadas teniendo en cuenta las características y peculiaridades del grupo-clase y que responda a sus intereses. Algunas actividades adecuadas para realizar en esta etapa, a rasgos generales, son
· De 0 a 2 meses: emplear canciones de cuna, temas musicales de corta duración, tiempos lentos, suaves, relajantes, de música instrumental,…
· De 2 a 4 meses: el adulto sigue un ritmo con un instrumento a la vez que va sonando la canción o, preferiblemente, va siendo cantada por el adulto, y el bebé mientras puede seguir con la mirada el instrumento. Algunas de las canciones que se pueden emplear son: “Cinco lobitos”, “debajo de un botón”,…
· De 4 a 6 meses: son adecuadas para esta edad las canciones con gestos.
· De 6 meses a un año: juegos musicales con instrumentos de pequeña ejemplo “aserrín aserrán”.
· De 1 a 2 años: utilización de juegos rítmicos que requieren un movimiento en el espacio del niño/a son muy adecuados.
· De 2 a 3 años: reconocer diferentes ritmos percutidos con las manos o de música grabada, aprender y memorizar pasos de danzas sencillas, distinguir cambios de intensidad al tocar un instrumento o de la voz, distinguir algunos timbres,…
En definitiva, la música debe estar presente en nuestros primeros momentos de vida para comprender mejor la etapas etapas superiores y desarrollarnos tanto personal como socialmente.